Las Raices del Exito

La Historia del Portainjerto

El Injerto de un Esqueje en un Portainjerto Tiene una Larga Historia

Antiguas civilizaciones ya utilizaban esta técnica para efectos decorativos de las plantas.

La primera aplicación comercial en el cultivo de hortalizas se desarrolló cuando quedó patente que los portainjertos podían proporcionar a un cultivo resistencia frente a determinadas enfermedades del suelo sin ningún efecto negativo sobre la calidad de los frutos. Cruzando de forma inteligente diferentes variedades, fue posible desarrollar nuevos portainjertos híbridos que pudieron combatir con éxito enfermedades como la temida “raíz corchosa”.

Además, resultó que un portainjerto adecuado proporcionaba a la planta mayor resistencia frente a condiciones de estrés, así como un patrón de crecimiento más vigoroso. Varios factores dificultaron el éxito de los portainjertos hasta finales de la década de los 80: técnicas de injerto ineficaces, la capacidad de germinación limitada de los portainjertos y la presentación de tipos de sustrato y cultivos climatizados.

Todo cambió con la llegada a Europa de las técnicas de injerto japonesas, que permitían a los agricultores realizar técnicas mucho más baratas y con un índice de éxito mucho más alto.
Una exhaustiva investigación dió lugar al desarrollo de métodos para mejorar espectacularmente la capacidad de germinación, el desarrollo de híbridos con nuevos tipos de resistencia y la disponibilidad de nuevas variedades de portainjertos. Como resultado de todos estos desarrollos, el uso de portainjertos se ha convertido en una parte esencial del sector de la horticultura profesional.

La Búsqueda De La Resistencia

Además de un mayor vigor de crecimiento, la resistencia a enfermedades en concreto ha sido un factor importante en el desarrollo de nuevos portainjertos. En primer lugar, el objetivo era conseguir una mayor resistencia frente a enfermedades del suelo, como la “raíz corchosa” o infecciones por Verticillium, nematodos y Fusarium. Los portainjertos también desempeñaron una función muy importante en países en los que ya no se permitía el uso de bromuro de metilo. Y en ocasiones un problema específico exigía un portainjerto específico.

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